viernes, junio 29, 2007

Esas pequeñas victorias...

Metro de Caracas.
Vagón 6.
7:12 a.m.
- 3 personas van una junto a la otra de pie, al llegar a la estación Plaza Venezuela, un individuo que iba sentado se dispone a bajar del vagón... Empieza la pugna! Son 3 pares de ojos midiendo los movimientos de los demás, calculando la velocidad que debe adquirir para sentarse primero, entonces gana la chica de suéter rosa, que gracias a su morral de 100 kilos empujó y apartó de su camino a los demás competidores.
-Cara de satisfacción: no puedo describir el rostro de esta chica al sentarse, está triunfante, realizada, feliz pues. Siente que logró una "pequeña victoria" a tempranas horas y, aunque su día luego sea un desastre, le queda esa sensación de victoria a las 7:13 a.m.

No es cierto que todos pasamos por eso, al llegar a la panadería y pedir el último cachito, al comernos la torta que estaba en la nevera antes que nuestr@ herman@, al robarle el novio a nuestra amiga (ok, quizás no a una amiga, pero si a otra, jijiji)
Sucede todos los días, competimos por tonterías con desconocidos y, cuando triunfamos, nos sentimos superiores al menos 5 minutos.
Si ocurre en la mañana, antes de iniciar formalmente nuestra jornada, la "pequeña victoria" nos da ánimo, entusiasmo, algo de fuerza para comenzar... Si sucede de tarde, al terminar el día, esa sensación de haber logrado algo, por tonto que parezca, nos da la certeza de que mañana tendremos una nueva oportunidad y, quien sabe, quizás hasta obtengamos una "no tan pequeña victoria".

martes, junio 19, 2007

¿Un error? Que éxito!!!

Desde niños nos enseñan que los errores son malos, que nos alejan de la verdad, que nos hacen inferiores. No hay que caer en ellos y, si pasa, no hay que admitirlos sino ocultarlos hasta que sea inevitable la verdad. Es peor, los errores nos deprimen, nos asustan, nos confunden; nos obligan a dudar de nosotros y de nuestras capacidades.
Entonces, ¿por qué ultimamente me alegra cometer errores, equivocarme, cofundirme? ¿Es que acaso conseguí finalmente estar tan segura de mi misma que puedo fallar en algo y no por eso dejarme hundir?
Bueno, la verdad es que tanto como alegrarme no, pero si siento algo positivo en cada fallo que he cometido los últimos meses, como si cada vez que reconozco mi error logro definirme mejor como persona, estar más clara en lo que sé y lo que quiero, en mis capacidades y en lo que aun debo aprender.
Mi trabajo no es fácil, pero cada vez que un desacierto me encuentra, lo estudio, lo analizo y lo convierto en una lección, tan fácil que mi mamá estaría sorprendida (claro, la niña malcriada que manipulaba para que le resolvieran las cosas no era capaz de completar ni la primera etapa de este proceso)
Cuando fallo en mis relaciones, con mis amig@s o mis "personas especiales", descubro que aquellos cariños sinceros se afianzan en mi, crecen y continúan adelante, con o sin errores. En cambio, ese aparente sentimiento que algunos dicen tener hacia mi, se desvanece al primer obstáculo, sin dejar ni rastro, y pasa al olvido facilmente.
A veces los errores pueden confundirnos, es verdad, pero para mí (ultimamente claro) esos errores definen quién soy cuando los supero sin ayuda, cuando los admito y me fortalezco, cuando al final del día veo hacia atrás y me río de ellos.
Y si a los demás les parece horrible equivocarse, a mi me alegra, porque así recuerdo que, a pesar de mi soberbia, soy humana y puedo (es más, debo) errar alguna vez.