A punto de cumplir 35 años...sin esposo, sin hijos,
sin propiedades, sin postgrado.
Con una vida feliz, con un profesorado de Yoga recién empezado, con canciones que canto acompañada de gente talentosa, con un novio que no es perfecto -¡igual a mí!-, con amigos que están aunque no estén, con textos a medio escribir, fotos que necesitan mejor iluminación y recetas de cocina siempre sin sal (por precaución).
Con un ticket de avión por usar, con zapatos que me olvidé bajo la cama hace dos años, con una lista de tragos por probar que sigue creciendo y con grupos de Whatsapp que jamás tienen actividad. Con más sueños que días en la semana, con una agenda llena planes pero no de compromisos, con una mamá que viene de visita y me hace sentir de 11 años, por la cual vale la pena limpiar toda esa agenda y posponer hasta el 02/06.
Con fiaca, con frío, con ganas de un té o de una cerveza -me es indiferente-, con risas escandalosas, con algunas lágrimas nostálgicas que empiezan a tener sentido, con alguna cana asomando y sin ganas de teñirme, porque así soy yo, demasiado imperfecta para las aspiraciones ajenas pero absolutamente perfecta para la vida que construyo en mis términos, en mis tiempos, con la compañía de quienes no se asustan fácilmente.
35 años, decidida a nunca más dejar mi felicidad en manos de nadie, ni mis decisiones sometidas a las opiniones de otros, ni mis deseos amarrados a condiciones ajenas. Mi vida es mía, mis años han empezado a ser míos también y nunca fui más feliz al mirarme al espejo, porque soy honesta conmigo, porque no me guardo secretos ni dudas y porque estoy lista para ser cada vez más YO.