lunes, septiembre 26, 2011

La hija de Chucky.

Mucha gente que ha pasado por mi vida está convencida de que represento la bondad, la sinceridad, la solidaridad y la entrega, que soy tan buena como mi mamá, que a estas alturas raya en la santidad. Pero esa gente, en suma, ha pasado por mi vida superficialmente, fugazmente.

Aquellos, aquellas que me conocen mejor, saben que esas características si bien forman parte de lo que soy, no son las únicas. Esos, los que se quedan y me observan detenidamente, saben que soy como el peluchito de la ONA (ese con espinitas) capaz de generar ternura y cariño, pero peligrosamente agresiva cuando me hacen molestar.

Una antigua amiga me decía "Chuckyna" porque me vio siempre menudita, frágil, como una muñequita... Pero con una maldad innegable: Malpensada, maquiavélica, enrevesada, manipuladora, burlona, ácida, nada más me faltaba el cuchillo y perseguir a algún incauto.

No sé si soy TAN mala como ella creía, como otros me ven. Yo me defiendo, como dije, de la gente que me hace molestar, pero no pego, ni grito, soy más de esperar el momento en silencio, de escuchar atentamente hasta ubicar ese punto blando fácil de atacar... 

Un poco como Mayweather cuando noqueó a Ortiz, aprovechando el momento preciso en el que ese ingenuo bajó la guardia como un acto de buena fe, cuando TODOS sabemos que no hay "buena fe" en la pelea. Creo firmemente en el respeto, en la honestidad y la igualdad pero, si me la ponen así de fácil, también voy a noquear, sin pena ni remordimiento.

Si Ortiz se quería disculpar, debió mandarle 
un arreglo de frutas al día siguiente.

Y sí soy buena, solidaria, fiel, la mejor amiga de mis amigos, la incondicional cómplice de mi novio, la confidente más confiable de mi familia y mis hermanas del alma... Pero todos ellos han pasado mucho tiempo y muchas pruebas para ganarse ese beneficio. Quienes acaban de llegar, quienes creen que me conocen de pasada, quienes juegan a jugar conmigo, saben que se anotan en la lista de "Chuckyna" y pagarán el precio en algún momento.

"Quizá no te pegue con mi cáctus, quizá no te falte el respeto gritando o insultando, seguramente no haré reclamos 
ni exigiré una disculpa... Pero en breve, 
cuando necesites de un apoyo, de una compañía, de una conversación, entenderás que aún si fuéramos 
las últimas dos personas vivas en el planeta, 
yo escogería los votos de silencio y soledad, 
antes que entretener contigo mis días".