miércoles, noviembre 14, 2012

Revolución Bonita Sin Fronteras (RBSF)


Acabo de volver de una charla llamada "El modelo imperante en el mundo y su repercusión en América Latina y la Argentina", encabezada por la colega Estela Calloni, periodista argentina de amplia trayectoria y experiencia.

Desafortunadamente me encontré con lo esperado: una, como muchas, chavista internacional, férrea defensora del "proceso", que viaja una vez al año a visitar al Presidente de la República Bolivariana y está absolutamente convencida de que esa visita anual basta para conocer, analizar y comprender la situación global del venezolano común que, votando o no a Chávez, vive en un país con exigentes demandas sin cumplir.

Esta señora descalificó totalmente mi posición ante la realidad venezolana (porque no tengo el "conocimiento suficiente", de acuerdo con sus palabras) y me sugirió, incluso, estudiar más de cerca la realidad del venezolano, que vive como puede, come lo que consigue, se baña cuando hay agua, ve TV cuando hay luz y las cadenas lo permiten, sale cuando supera sus miedos y vuelve a casa cuando la inseguridad se lo permite.

Esta colega, entrada en años, parece desconocer los niveles de enriquecimiento ilícito de los conocidos boliburgueses, o las tasas cada vez más altas de homicidios generados por la inseguridad, que convierten a nuestro país en el segundo más violento de América Latina (detrás de México y su drama con los carteles de drogas) sin mayor razón aparente que la impunidad y la facilidad para salir libre en caso de ser "malandro".

Tampoco mostró mucho conocimiento sobre las muchas empresas y los miles de kilómetros de tierras improductivos por las expropiaciones indiscriminadas, o el desabastecimiento en los automercados, o la falta de insumos en hospitales y de presupuesto en las universidades.

Lo que sí enfatizó fue la creación de nuevas universidades (sí, esas que te gradúan express) y la atención primaria de salud en cooperación conjunta con los hermanos cubanos (de los que obviamente nadie le informó sobre las deserciones o la incompetencia que mata gente) y, sobre todo, se enrogulleció al hablar del papel que Chávez ha tenido en la creación de la Unasur y de Telesur.

Sí, nuestro gobierno trabaja muchísimo pa'fuera, dando dólares, dando petróleo, dando electricidad, 
dando, dando, dando...

Pero en Venezuela, hay parte de la población sin servicios básicos, con casas que se caen al mes de entregadas, con alacenas a medio llenar porque el sueldo no alcanza a la inflación, o porque faltan alimentos básicos en las tiendas.

Si la mitad de lo que nuestro "Gobierno Bolivariano" hace bien, fuera real, estoy segura de que mi país no estaría tan profundamente dividido como lo dejé. También sé que tantos amigos y conocidos no elegirían irse lejos de sus familias y hogares, buscando un futuro (diferente, mejor...simplemente un futuro)

Estimada Estela: si supiera que sobrevivirías, te invitaría a pasar dos semanas en caracas, no caminando con el Presidente y sus escoltas, sino pateando calle con gente pagando servicios, haciendo mercado, esperando una camionetica, escondiendo sus teléfonos y monederos, trabajando dos turnos para cubrir sus gastos. 

No, en Venezuela no se vive mal, pero me parece que no es el modelo que yo escogería para replicar en Argentina, Bolivia, Ecuador, Brasil, Paraguay o cualquier otro país...porque pagar 85BsF (20US$ aprox.) por un desodorante no es algo que todos podamos darnos el lujo de hacer.

domingo, noviembre 11, 2012

Cuando las madres visitan... Parte II.


Les debía, desde hace meses, la segunda parte de la visita de mi madre a Argentina...Y ¡aquí está!




Luego de la incómoda sensación de desaprobación que mi mamá me dejó, sobre todo por discusiones de temas espinosos y en los que estamos en desacuerdo, nos dedicamos a disfrutar de la ciudad. A pesar de que el clima nos acompañó de una manera bastante cruel (llovió el 65% de los días) caminamos por mis lugares predilectos: Florida, Av. Corrientes, Ferias de Recoleta y San Telmo, etc.


Una linda foto con Mafalda me hizo presentir que la incomodidad se desvanecía y que, allí, juntas, estábamos mi "Mamu" y yo, cumpliendo el sueño de reencontrarnos y ser felices junticas. 

La tarde en que fuimos a ver Mamma Mía superó toda expectativa, pasábamos de la risa al llanto, emocionadas hasta los huesos con las canciones, con la historia, con los recuerdos de la película tantas veces vista a distancia. 

Cuando me tocó volver a trabajar, la acompañaba telefónicamente, vigilando que no se perdiera en La Boca, en Caminito, en el Barrio Chino ni en ningún otro lado.Hizo todas las compras nerviosas que pudo: desde especieros magnéticos hasta cojines para mi sofá nuevo, pasando por una fuente para cocinar al horno y ropita interior nueva ("No descuides eso, hija, tienes que estar sexy siempre")

La llevé a conocer a la señora que me alojó en su casa mi primer año acá...Creo que nunca me elogiaron tanto y creo que tampoco había escuchado a mi mamá agradecerle tanto a alguien. Fue lindo ese momento.

Ya cerca de la despedida, cenamos en Cocina Sunae, y celebramos esas dos semanas mágicas, de mimos, de juegos, de risas y complicidad. Sebastián quedó encantado con mi mamá, ella se quedó tranquila al ver de cerca que nuestra relación funciona como todas: con altibajos, con amor y con gruñidos ocasionales.

A las 2 am del sábado 25 de agosto, abracé a mi mamá, llorando, y me despedí. Después me dormí, en el sofácama donde ella durmió esos días, atesorando su olor en la almohada. 

Estaba triste, porque definitivamente, nada supera dormir con "Mamu" aunque sea de memoria.