jueves, noviembre 17, 2011

Historias domésticas…

Sabemos que en la vida nada es perfecto. Podemos mirar una película y sacar de allí la medida de todo lo que NO ES la vida, porque hasta cuando los protagonistas tienen problemas, lloran 3 minutos y, acto seguido, la resolución de la historia hace que salga el sol, canten los pajaritos y todo pase.

En la vida, sale el sol después de un palo de agua que te arruina los zapatos, te moja la ropa recién lavada y te destiñe el pelo recién saliendo de la peluquería, y en ese momento, mientras el sol se asoma tras las nubes que se alejan, pasa un carro último modelo y te echa toda el agua que estaba empozada en el borde de la calle. Y, entonces, pasan dos pajaritos cantando y uno te caga la blusa blanca que acababas de sacar de la tintorería.

Cuando me mudé estaba segura de que la mitad de mis problemas, básicamente los relacionados con el traslado de ropa y accesorios los fines de semana, estaban resueltos. Creí que al dar ese paso tan serio, tan adulto, estaba avanzando hacia alguna parte…pero no había un cartelito que me advirtiera lo que venía.

Nunca hago mercado completo, yo con comprar lo de la semana, estoy bien. Pero ahora, en mi casa, quería empezar a ser más organizada así que el domingo hice mercado para todo el mes y parece que Murphy se enteró, porque dos días después la nevera se jodió. 6 kilos de carne/pollo/pescado, frutas y verduras, mermeladas, queso fundido, manteca, y una larga lista de cosas que necesitan refrigeración, hoy aguardan ante un futuro incierto.

No obstante, cuando creo que el hombre de la casa puede resolver, su solución es: “Amor tranquila, mañana le doy la llave de la casa a uno de los técnicos del trabajo y él viene rapidito a desarmar la nevera, llevarse el motor y listo”…mi mente se quedó pegada en el “le doy la llave de la casa a uno de los técnicos”.

¿En qué carajo está pensando? Básicamente hay equipos en la casa que cuestan 3 veces más que la fulana nevera-de-segunda-mano, obvio. En mi casa no entra nadie sin que yo esté (o en última instancia, él), así que acto seguido, le dejé muy claro que esa no era una opción.

Él es el hombre de la casa, yo soy el cerebro.

Antes de esto, ya hemos tenido una cantidad de situaciones incómodas que me han obligado a cuestionar la realidad que he construido a su lado estos días. Mi terapeuta me pide que cuide mi comunicación verbal y no verbal, mis amigas me recomiendan paciencia, mi mamá me pide que le baje a la crítica, mi jefa me asegura que es temporal, mi horóscopo me dice “vas por buen camino”…Y yo me vuelvo loca tratando de adivinar cómo avanzar en esta relación que se ha vuelto un Frankestein.

No me malinterpreten, estoy feliz de tener un hombre a mi lado que me ama [a su modo obvio], me respeta y me apoya...Pero la combinación de estas dos personalidades en un apartamento de dos ambientes es bastante explosiva…

Seguiremos informando...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pruebas felizmente superadas.20 puntos en la boleta a ambos.