domingo, noviembre 11, 2012

Cuando las madres visitan... Parte II.


Les debía, desde hace meses, la segunda parte de la visita de mi madre a Argentina...Y ¡aquí está!




Luego de la incómoda sensación de desaprobación que mi mamá me dejó, sobre todo por discusiones de temas espinosos y en los que estamos en desacuerdo, nos dedicamos a disfrutar de la ciudad. A pesar de que el clima nos acompañó de una manera bastante cruel (llovió el 65% de los días) caminamos por mis lugares predilectos: Florida, Av. Corrientes, Ferias de Recoleta y San Telmo, etc.


Una linda foto con Mafalda me hizo presentir que la incomodidad se desvanecía y que, allí, juntas, estábamos mi "Mamu" y yo, cumpliendo el sueño de reencontrarnos y ser felices junticas. 

La tarde en que fuimos a ver Mamma Mía superó toda expectativa, pasábamos de la risa al llanto, emocionadas hasta los huesos con las canciones, con la historia, con los recuerdos de la película tantas veces vista a distancia. 

Cuando me tocó volver a trabajar, la acompañaba telefónicamente, vigilando que no se perdiera en La Boca, en Caminito, en el Barrio Chino ni en ningún otro lado.Hizo todas las compras nerviosas que pudo: desde especieros magnéticos hasta cojines para mi sofá nuevo, pasando por una fuente para cocinar al horno y ropita interior nueva ("No descuides eso, hija, tienes que estar sexy siempre")

La llevé a conocer a la señora que me alojó en su casa mi primer año acá...Creo que nunca me elogiaron tanto y creo que tampoco había escuchado a mi mamá agradecerle tanto a alguien. Fue lindo ese momento.

Ya cerca de la despedida, cenamos en Cocina Sunae, y celebramos esas dos semanas mágicas, de mimos, de juegos, de risas y complicidad. Sebastián quedó encantado con mi mamá, ella se quedó tranquila al ver de cerca que nuestra relación funciona como todas: con altibajos, con amor y con gruñidos ocasionales.

A las 2 am del sábado 25 de agosto, abracé a mi mamá, llorando, y me despedí. Después me dormí, en el sofácama donde ella durmió esos días, atesorando su olor en la almohada. 

Estaba triste, porque definitivamente, nada supera dormir con "Mamu" aunque sea de memoria.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y nada supera la dicha de ver como mi águila mayor vuela libre, en su propio cielo.