Metro de Caracas.
Vagón 6.
7:12 a.m.
- 3 personas van una junto a la otra de pie, al llegar a la estación Plaza Venezuela, un individuo que iba sentado se dispone a bajar del vagón... Empieza la pugna! Son 3 pares de ojos midiendo los movimientos de los demás, calculando la velocidad que debe adquirir para sentarse primero, entonces gana la chica de suéter rosa, que gracias a su morral de 100 kilos empujó y apartó de su camino a los demás competidores.
-Cara de satisfacción: no puedo describir el rostro de esta chica al sentarse, está triunfante, realizada, feliz pues. Siente que logró una "pequeña victoria" a tempranas horas y, aunque su día luego sea un desastre, le queda esa sensación de victoria a las 7:13 a.m.
No es cierto que todos pasamos por eso, al llegar a la panadería y pedir el último cachito, al comernos la torta que estaba en la nevera antes que nuestr@ herman@, al robarle el novio a nuestra amiga (ok, quizás no a una amiga, pero si a otra, jijiji)
Sucede todos los días, competimos por tonterías con desconocidos y, cuando triunfamos, nos sentimos superiores al menos 5 minutos.
Si ocurre en la mañana, antes de iniciar formalmente nuestra jornada, la "pequeña victoria" nos da ánimo, entusiasmo, algo de fuerza para comenzar... Si sucede de tarde, al terminar el día, esa sensación de haber logrado algo, por tonto que parezca, nos da la certeza de que mañana tendremos una nueva oportunidad y, quien sabe, quizás hasta obtengamos una "no tan pequeña victoria".
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