La verdad no tengo ni inspiración ni motivación, se me han escapado las ganas de escribir... Después de una Navidad extraña e inesperada, a la que sobreviví sólo gracias a mi abuelita y unas divinas hallacas hechas en leña, descubrí que no me nace decir nada... O a lo mejor no tengo nada que decir.
Las circunstancias cambiaron sin pedir permiso, llevándose todo lo que creí real y seguro para dejarme caminando en la cuerda floja de la duda, de la cual resbalé rápidamente para ir en caída libre hacia la incertidumbre.
Sé que en algún momento empezaré a cuestionar las relaciones, el amor, la relatividad de un beso o un "Te Amo", la inteligencia tras los silencios y la brutalidad de las palabras... Eventualmente veré que crecí, aprendí, maduré y me hice mejor persona en el tránsito de este caminito tan odioso, pero por ahora, no me da la gana de aprender.
Estoy sentada, con los brazos cruzados y haciendo pucheros, al borde de un berrinche, porque lo único que quiero ahorita no lo puedo tener y quizás cuando llegue el momento de tenerlo ya no lo quiera.
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