¡Me mudé!
Después de darle largas al asunto, de asustarme, de traumarme, de luchar contra la idea romántica y contra el pragmatismo, de hacer cuentas, de hablarlo con mi mamá, mis mejores amigas y mi almohada...¡me mudé!
No es que sea un acto tan relevante como para decirlo de ese modo, pero veamos: Tras 7 años de relación "formal" con alguien que ya dejó de ser alguien, las cosas nunca cuajaron (dirían en mi pueblo) así que había renunciado ligeramente a la idea de tener una relación normal que me llevara todos los días al mismo lugar: la casa conjunta.
Entonces, al mes de empezar a salir con el argentino que me volteó la vida, escuché la frase más absurda, escalofriante y graciosa de mi vida: "Di, quiero vivir con vos". De la risa a la histeria en 30 segundos, entendí que el futuro previsible de esa relación sería una mudanza, donde tocaría negociar el clóset - placard, el lado de la cama y la distribución de los víveres en los estantes. Nada que sorprenda a cualquier mujer con vida doméstica.
Pero YO, Diana Silva Franco, no soy una mujer con vida doméstica...o debo decir, era, porque ahora soy otra persona: La que se levanta a las 7 am para fregar, recoger, tender la cama y separar la ropa sucia, antes de vestirse y salir a trabajar, la que programa el café en la noche para que esté recién hecho antes de que Sebas vaya a su oficina, la que deja las uñas restregando el trapito de la cocina para que no deje olores raros...
¡¡¡Soy ama de casa y nadie me avisó!!!
Lo peor, o lo más curioso, es que nadie me entrenó formalmente para esto, sino que se me han ido saliendo los "Mercedismos" a medida que pasan los días, en un momento no sabía cocinar, ahora le meto hasta al risotto y el strogonoff, no limpiaba, ahora dejo reluciente el baño, desordenaba hasta la mesa del comedor, ahora mi casa es la propia salita de monjas... Soy mi peor pesadilla.
Eso sí, aunque parezca que entro en pánico, la verdad es que es divertido notar mis cambios con la ayuda de otros. Ayer una de mis amigas me ve caminando con una enorme caja que contenía dos potes de basura cromados (hermosos) y me dice: te veo contenta con esa cajota. Entonces me di cuenta de que cambié mi alegría post compra de zapatos caros, por la alegría de comprar cosas lindas para mi casa.
Aún no sé si soy una adulta haciéndose cargo o una niña grande jugando a tener su casita, pero de cualquier modo,
estoy segura de que lo voy a hacer bien.
Con Sebastián, estamos tratando de que cada día que pasamos en nuestra casa sea armónico, pacífico y positivo, a pesar de que los ajustes del comienzo atenten contra ese propósito. Si alguien tiene sugerencias, consejos, ideas y/o advertencias, por Dios, díganmelas, porque lo que soy yo ¡¡¡estoy como pajarito en grama nueva!!!
2 comentarios:
Eeeeehhh... Bienveniiiiidaaaaa...
Y así poco a poco nos toca ir comprendiendo, caminando y avanzando..
Que grato es haberlos visto crecer en amor, compromiso y amistad.Gracias.
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