domingo, noviembre 27, 2011

Extranjera...

Una cosa en sentirse en casa y otra muy, muy diferente es estar en casa. Nunca quise ver la diferencia, pero esta semana dos hechos altamente desagradables me han obligado a enfrentar esa realidad: este no es mi país, no pertenezco a este lugar.

Dejo en claro, por supuesto, que las dos personas involucradas en estos hechos son personajes de esos que uno llamaría "bajos" en la cadena alimenticia, los eslabones menos favorecidos, pues. De este modo, no reprocho a la sociedad argentina en general, sino a estos sujetos que tienen una visión bastante limitada de lo que es el mundo. 

No usaré la palabra "globalizado" porque es muy probable que 
ni siquiera forme parte de su vocabulario.

El primero, taxista de madrugada, de esos que trabajan toda la noche transportando a quienes nos hemos divertido largas horas. A la hora de pagarle Ar$ 30 con 20 centavos, sacar las monedas me tomó más tiempo del que él hubiera deseado, seguramente porque está acostumbrado a llevarlas en el bolsillo, pero yo uso un monedero. Acto seguido me dice: "Si yo estuviera en tu país seguro no me dejan hacer eso, allá en Chile sí me obligan a pagar con centavos y todo".

Mi cara de ¿AH? no debe haber bastado porque siguió: "Como sos una chilena de mierda no pagás". Tuve que tragarme la risa porque me pareció de muy mal gusto el comentario, pero infinitamente gracioso que me confundiera con una chilena, e inmediatamente repliqué: "Ehm, disculpe pero¿ de dónde saca usted que yo soy chilena?".

Habría pagado por documentar esa cara con mi cámara!!!!! Y empezó a balbucear que igual, del país que fura, todos eran unos ladrones y nunca pagaban, que por eso este país se había ido al carajo, bla bla bla. Le dejé un billete de Ar$ 5 que a mí no me hacía falta pero, evidentemente a él sí, para comprarse un mapa y aprender dónde está el mundo real: ¡afuera!

Hoy a la mañana, me despierto para enterarme que anoche el portero de mi edificio se tropezó con Sebastián y, después de un breve intercambio de palabras, el sujeto se sorprende al darse cuenta de que él es argentino. En consecuencia, hace la pregunta más brillante de la historia de los porteros: "Y, entonces, ¿qué hacés con una extranjera?"

Es una pena que no me haya preguntado a mi, porque yo habría sido bastante elocuente: soy solidaria, trabajadora, buena compañera, honesta, tengo un sentido del humor universal, cero histérica, poco superficial, con una visión de mundo bastante amplia y...claro, un polvo excepcionalmente bueno!!!


Si en 15 años, no encontró una mujer lo suficientemente buena acá, y ahora quiere casarse con una venezolana por algo será...

Conclusión, esos seres grises y miserables, que no conocen el mundo más allá de su taxi o los pasillos que limpian, esos que odian sacarle la basura a colombianos, dominicanos, senegaleses o venezolanos, o los que mueren de envidia porque nos dejan en la puerta de boliches, bares o restaurantes para luego continuar con sus jornadas de trabajo insatisfactorias, independientemente de la nacionalidad que tengan, jamás van a poder reconocer el esfuerzo, la paciencia y el coraje que implica irse a otro país a empezar desde cero.


La ignorancia, el resentimiento y la miseria, definitivamente,
 no necesitan pasaporte ni respetan fronteras.

jueves, noviembre 17, 2011

Historias domésticas…

Sabemos que en la vida nada es perfecto. Podemos mirar una película y sacar de allí la medida de todo lo que NO ES la vida, porque hasta cuando los protagonistas tienen problemas, lloran 3 minutos y, acto seguido, la resolución de la historia hace que salga el sol, canten los pajaritos y todo pase.

En la vida, sale el sol después de un palo de agua que te arruina los zapatos, te moja la ropa recién lavada y te destiñe el pelo recién saliendo de la peluquería, y en ese momento, mientras el sol se asoma tras las nubes que se alejan, pasa un carro último modelo y te echa toda el agua que estaba empozada en el borde de la calle. Y, entonces, pasan dos pajaritos cantando y uno te caga la blusa blanca que acababas de sacar de la tintorería.

Cuando me mudé estaba segura de que la mitad de mis problemas, básicamente los relacionados con el traslado de ropa y accesorios los fines de semana, estaban resueltos. Creí que al dar ese paso tan serio, tan adulto, estaba avanzando hacia alguna parte…pero no había un cartelito que me advirtiera lo que venía.

Nunca hago mercado completo, yo con comprar lo de la semana, estoy bien. Pero ahora, en mi casa, quería empezar a ser más organizada así que el domingo hice mercado para todo el mes y parece que Murphy se enteró, porque dos días después la nevera se jodió. 6 kilos de carne/pollo/pescado, frutas y verduras, mermeladas, queso fundido, manteca, y una larga lista de cosas que necesitan refrigeración, hoy aguardan ante un futuro incierto.

No obstante, cuando creo que el hombre de la casa puede resolver, su solución es: “Amor tranquila, mañana le doy la llave de la casa a uno de los técnicos del trabajo y él viene rapidito a desarmar la nevera, llevarse el motor y listo”…mi mente se quedó pegada en el “le doy la llave de la casa a uno de los técnicos”.

¿En qué carajo está pensando? Básicamente hay equipos en la casa que cuestan 3 veces más que la fulana nevera-de-segunda-mano, obvio. En mi casa no entra nadie sin que yo esté (o en última instancia, él), así que acto seguido, le dejé muy claro que esa no era una opción.

Él es el hombre de la casa, yo soy el cerebro.

Antes de esto, ya hemos tenido una cantidad de situaciones incómodas que me han obligado a cuestionar la realidad que he construido a su lado estos días. Mi terapeuta me pide que cuide mi comunicación verbal y no verbal, mis amigas me recomiendan paciencia, mi mamá me pide que le baje a la crítica, mi jefa me asegura que es temporal, mi horóscopo me dice “vas por buen camino”…Y yo me vuelvo loca tratando de adivinar cómo avanzar en esta relación que se ha vuelto un Frankestein.

No me malinterpreten, estoy feliz de tener un hombre a mi lado que me ama [a su modo obvio], me respeta y me apoya...Pero la combinación de estas dos personalidades en un apartamento de dos ambientes es bastante explosiva…

Seguiremos informando...

martes, noviembre 08, 2011

Hogar "dulce" hogar.

¡Me mudé!

Después de darle largas al asunto, de asustarme, de traumarme, de luchar contra la idea romántica y contra el pragmatismo, de hacer cuentas, de hablarlo con mi mamá, mis mejores amigas y mi almohada...¡me mudé!

No es que sea un acto tan relevante como para decirlo de ese modo, pero veamos: Tras 7 años de relación "formal" con alguien que ya dejó de ser alguien, las cosas nunca cuajaron (dirían en mi pueblo) así que había renunciado ligeramente a la idea de tener una relación normal que me llevara todos los días al mismo lugar: la casa conjunta.

Entonces, al mes de empezar a salir con el argentino que me volteó la vida, escuché la frase más absurda, escalofriante y graciosa de mi vida: "Di, quiero vivir con vos". De la risa a la histeria en 30 segundos, entendí que el futuro previsible de esa relación sería una mudanza, donde tocaría negociar el clóset - placard, el lado de la cama y la distribución de los víveres en los estantes. Nada que sorprenda a cualquier mujer con vida doméstica.

Pero YO, Diana Silva Franco, no soy una mujer con vida doméstica...o debo decir, era, porque ahora soy otra persona: La que se levanta a las 7 am para fregar, recoger, tender la cama y separar la ropa sucia, antes de vestirse y salir a trabajar, la que programa el café en la noche para que esté recién hecho antes de que Sebas vaya a su oficina, la que deja las uñas restregando el trapito de la cocina para que no deje olores raros...

¡¡¡Soy ama de casa y nadie me avisó!!! 

Lo peor, o lo más curioso, es que nadie me entrenó formalmente para esto, sino que se me han ido saliendo los "Mercedismos" a medida que pasan los días, en un momento no sabía cocinar, ahora le meto hasta al risotto y el strogonoff, no limpiaba, ahora dejo reluciente el baño, desordenaba hasta la mesa del comedor, ahora mi casa es la propia salita de monjas... Soy mi peor pesadilla.

Eso sí, aunque parezca que entro en pánico, la verdad es que es divertido notar mis cambios con la ayuda de otros. Ayer una de mis amigas me ve caminando con una enorme caja que contenía dos potes de basura cromados (hermosos) y me dice: te veo contenta con esa cajota. Entonces me di cuenta de que cambié mi alegría post compra de zapatos caros, por la alegría de comprar cosas lindas para mi casa.

Aún no sé si soy una adulta haciéndose cargo o una niña grande jugando a tener su casita, pero de cualquier modo, 
estoy segura de que lo voy a hacer bien.

Con Sebastián, estamos tratando de que cada día que pasamos en nuestra casa sea armónico, pacífico y positivo, a pesar de que los ajustes del comienzo atenten contra ese propósito. Si alguien tiene sugerencias, consejos, ideas y/o advertencias, por Dios, díganmelas, porque lo que soy yo ¡¡¡estoy como pajarito en grama nueva!!!

lunes, octubre 17, 2011

♪ No voy en tren ♪

En realidad, voy sola en el tren.

Sí, el maquinista me acompaña desde su cabina, pero de los 5 vagones que conforman esta formación, sólo uno transporta a alguien: el mío.

Estuve a punto de bajarme, al cuestionar la seguridad de mi solitario viaje, pero necesitaba llegar a mi destino. Me tranquilizó la idea de que otras personas pudieran abordar en alguna de las 11 estaciones que me separan del final. Pero aún voy sola.

Parece increíble que un tren normalmente abarrotado de gente, hoy esté casi vacío, me asusta eso. Es como cuando Tom Cruise 
despertó en una ciudad desierta, en Vanilla Sky.

Bien podría quitarme los zapatos, acostarme en el asiento, cantar en voz alta, bailar en el pasillo, pero no, temo que en la próxima estación sí aborde alguien.

Mientras, me obligo a disfrutar esta soledad, esta oportunidad de mirar con atención cómo es un vagón vacío, con sus asientos en más o menos buen estado, sus ventanas con vidrios ahumados, los sitios reservados para discapacitados, embarazadas y ancianos... "Podría sentarme en uno de esos" pienso, pero la fuerza de la costumbre puede más  y permanezco en mi lugar. Sola.

¿Por qué nadie ha querido viajar hoy?, ¿Por qué voy sola? Trato de no asustarme mirando por la ventana, percatándome de que fuera de este tren hay vida, hay gente.

Este es MÍ tren y lo tomé a tiempo, ¡qué suerte! 

Pero aún así, me pone algo nerviosa no tener a nadie con quién compartirlo. "Ahí, justo se subió alguien a otro vagón, ¿será que me cambio?". Bueno, ya no es MÍ tren, pero este sigue siendo MÍ vagón. 

La presencia de otro ser humano me da una sensación de falsa seguridad, pero me basta para seguir el viaje más tranquila. Ahora, que sea él quien se haga las preguntas...

lunes, septiembre 26, 2011

La hija de Chucky.

Mucha gente que ha pasado por mi vida está convencida de que represento la bondad, la sinceridad, la solidaridad y la entrega, que soy tan buena como mi mamá, que a estas alturas raya en la santidad. Pero esa gente, en suma, ha pasado por mi vida superficialmente, fugazmente.

Aquellos, aquellas que me conocen mejor, saben que esas características si bien forman parte de lo que soy, no son las únicas. Esos, los que se quedan y me observan detenidamente, saben que soy como el peluchito de la ONA (ese con espinitas) capaz de generar ternura y cariño, pero peligrosamente agresiva cuando me hacen molestar.

Una antigua amiga me decía "Chuckyna" porque me vio siempre menudita, frágil, como una muñequita... Pero con una maldad innegable: Malpensada, maquiavélica, enrevesada, manipuladora, burlona, ácida, nada más me faltaba el cuchillo y perseguir a algún incauto.

No sé si soy TAN mala como ella creía, como otros me ven. Yo me defiendo, como dije, de la gente que me hace molestar, pero no pego, ni grito, soy más de esperar el momento en silencio, de escuchar atentamente hasta ubicar ese punto blando fácil de atacar... 

Un poco como Mayweather cuando noqueó a Ortiz, aprovechando el momento preciso en el que ese ingenuo bajó la guardia como un acto de buena fe, cuando TODOS sabemos que no hay "buena fe" en la pelea. Creo firmemente en el respeto, en la honestidad y la igualdad pero, si me la ponen así de fácil, también voy a noquear, sin pena ni remordimiento.

Si Ortiz se quería disculpar, debió mandarle 
un arreglo de frutas al día siguiente.

Y sí soy buena, solidaria, fiel, la mejor amiga de mis amigos, la incondicional cómplice de mi novio, la confidente más confiable de mi familia y mis hermanas del alma... Pero todos ellos han pasado mucho tiempo y muchas pruebas para ganarse ese beneficio. Quienes acaban de llegar, quienes creen que me conocen de pasada, quienes juegan a jugar conmigo, saben que se anotan en la lista de "Chuckyna" y pagarán el precio en algún momento.

"Quizá no te pegue con mi cáctus, quizá no te falte el respeto gritando o insultando, seguramente no haré reclamos 
ni exigiré una disculpa... Pero en breve, 
cuando necesites de un apoyo, de una compañía, de una conversación, entenderás que aún si fuéramos 
las últimas dos personas vivas en el planeta, 
yo escogería los votos de silencio y soledad, 
antes que entretener contigo mis días".  

viernes, julio 29, 2011

Como en primaria...

Desde hace algunas semanas he empezado a darme cuenta de cuánto y cómo aprendo, diariamente, algo. Puede ser uan tontería rutinaria, una nueva instrucción en la oficina o uno de esos monumentales descubrimientos de la vida en pareja, lo cierto es que cada una de esas cosas llega a mi vida de golpe, me abre los ojos y me deja con la sensación de haber presentado (y aprobado) algún examen.

Cuando estaba en la secundaria, creía que me las sabía todas... Cuando estaba en la universidad me las sabía, de hecho. Por eso digo que me siento como si estuviera de nuevo en la primaria, en esa etapa infantil llena de novedades, sorpresas y aprendizajes permanentes, cuando todo lo que pasaba era desconocido e interesante. Nunca fui una "sabelotodo" en esos años, por eso quizás, los disfruté tanto.

País extraño + ciudad extraña + relación nueva + trabajo nuevo 
+ entorno imprevisto + responsabilidades adicionales 
= Pajarito en grama.

He comenzado a ver características mías que nunca me atribuí, pero también detalles de mi personalidad que supe que tenía y jamás exploté, no sé si por flojera, por miedo o por falta de necesidad:

Soy de las que "se quedan", de esas personas que no desisten al primer NO, o al primer fallo. 
Soy de las que "se esfuerza" por mejorar las cosas que ya sabe hacer, por mejorar ella misma y también a los que están cerca. 
Soy de las que "se abre" a las críticas (sin agresividad, por favor) y a los regaños, asumiendo su responsabilidad y aprendiendo de sus errores. 
Soy de las que "se reinventa", porque si algo no funciona, no hay que desecharlo sin antes tratar de arreglarlo o, al menos, ¡tratar de ejecutar la garantía!
Soy de las que "se calla" cuando se da cuenta de que hay otra persona diciendo algo útil, importante o verdadero. Quizás no lo parezca, pero si hay alguien más inteligente que yo cerca, prefiero escucharlo.
Soy de las que "se interesa" por otros. Acá no tengo muchos amigos, pero esos que están, se han ganado mi solidaridad, mi apoyo y mi atención. Eso sí, no paso demasiado tiempo sola, pero tampoco demasiado tiempo acompañada.

Es posible que muchas cosas no parezcan "grandes descubrimientos interiores" pero para mí, son una especie de "revelación tardía de virtudes personales", que me ayuda a creer más en mí, a confiar más en mí y, al final, a saber que la gente sí puede cambiar, cuando los planetas están alineados correctamente y el universo dice "¡Sí!".

jueves, junio 23, 2011

Recordando aquellos años...

Recientemente alcancé mi primer mes de treinteañera y confieso que me encanta. Primero, nadie me cree la edad, por eso soy sincera cuando me la preguntan. Segundo, he llegado a ese punto de mi vida donde "entiendo" a mi mamá y siento un deseo casi incontrolable de decírselo.

Claro, dije que el deseo es "casi" incontrolable, así que el momento de darle la razón tardará un poco porque no voy a darle esa satisfacción así, tan fácilmente...

Nuestra familia no tuvo características convencionales, en parte porque ella misma nunca lo ha sido, pero además, la libertad de ser sólo nosotros tres (Ella, mi hermanito Luis Armando y yo) hizo que la infancia y, por qué no, hasta la adolescencia nuestra, estuviera dibujada con otros colores.

En casa siempre hubo regalos sorpresa, de esos que aparecen porque sí: una buena nota en el cole, una buena noticia que celebrar, un logro alcanzado, una necesidad urgente de ánimo. Cualquier excusa era válida para recibir un paquete grande o chiquito que contenía algo especial.

En casa siempre hubo estrenos navideños y de año nuevo, estrenos de cumpleaños, estrenos de día del niño y hasta de día de Reyes. Y no hablo sólo de una camisa o unos zapatos, no señor, era la pinta completa de adentro hacia afuera y ¡TODO combinado!

En casa los cumpleaños eran súper importantes, con cantada de cumpleaños feliz antes de salir de casa, torta esperando en el colegio y en la casa, tarjeta en el regalo y permiso de acostarse tarde aunque fuera día de semana. Era tan importante que, durante años, le celebrábamos el cumpleaños hasta a las muñecas y se les compraba torta, gorritos y serpentinas. 

En casa, y este es uno de mis primeros recuerdos, había incontables rollos de papel de camilla, que mi mamá usaba para que yo caminara con los pies pintados con tempera, siempre de un color diferente... 

Pasábamos horas pintando y divirtiéndonos, incluso cuando accidentalmente una pared resultaba salpicada. 
Con mi mamá, no había imposible artístico.

En casa se bailaba los domingos por la mañana y, si algún desafortunado accidente (como la ceja de Luis Armando atropellando al equipo de sonido) ocurría, mi mamá jamás apagaba la música. Se resolvía el problema, se curaba al herido (y se limpiaba el equipo de sonido, lógico) y seguíamos con nuestras coreografías. Aunque mi hermano se hizo más renuente a bailar, por razones obvias, mi mamá y yo lo seguimos haciendo por años.

En casa una cama matrimonial alcanzaba para tres personas que, a medida que fueron creciendo (y hablo de Luis A. porque yo tengo el mismo tamaño desde hace mucho) aprendieron a acomodarse y reacomodarse para compartir ese espacio. Ahí se hablaba de todo, hasta altas horas de la madrugada, sin respetar ni el descanso de los vecinos (que se tuvieron que calar nuestras risas) ni el nuestro. 

En casa, en MI hogar, fui feliz siempre, 
hasta cuando me parecía que no lo era...

Hoy, a mis 30 años, empiezo a buscar un espacio para construir mi propio hogar, donde tener mi propia "Despensa Mágica", donde poner música para bailar los domingos (por la tarde, porque la mañana es para dormir) donde decorar con fotos históricas y recuerditos de mi hogar venezolano, donde desordenar y después verme obligada a recoger porque nadie más lo hará por mí... 

Y siempre estará la voz guía de mi mamá, diciendo cómo guardar el mercado, dónde poner el TV, cuándo cambiar de lugar los muebles y por qué no está bien acostarse en la cama con la ropa que usé durante el día.

Extraño a mi mamá, extraño a mi hermano... Extraño mi casa y sus costumbres... Pero sobre todo, extraño los momentos en que mi familia dejaba al descubierto su peculiaridad, pero siempre en privado, cuando estábamos solamente los Chatrán!!!

lunes, mayo 16, 2011

Buuuuu ¡soy el fantasma de los 30!

El día más cliché para la vida de cualquier mujer está por alcanzarme y no sé cómo tomarlo… Los 30, hasta hace unas generaciones, implicaban la decadencia de la persona, el inicio del envejecimiento, de los dolores, las enfermedades y los achaques. 

Tener 30 era algo así como haber llegado a la cúspide 
y empezar a descender.

Pero en este siglo, los 30 han sido reinterpretados como el comienzo de la vida, de la independencia económica, emocional, social, el punto de partida para el éxito femenino, ese género ahora fuerte, capaz, de múltiples actividades y habilidades. Un éxito, además, que no se mide por la cantidad de hijos que tienes o cuántos años llevas con tu esposo, ¡ni siquiera necesitas uno! Así que confieso mi emoción ante la llegada de este momento.

Como en años anteriores, temo siempre que al despertarme el día 21, mi cara haya cambiado, que me hayan salido 100 canas más y todas en el mismo sector de la cabeza, que de pronto me crezca una horrenda panza o se me brote la celulitis. Sin embargo, si antes nunca ocurrió, supongo que este año amaneceré con la misma cara de destrucción post-celebración precumpleañera, el cabello violeta despeinado y el cuerpo recordándome (como lo hace desde que cumplí 25) que eso de rumbear hasta el día siguiente no es lo mío.

Son 30 y no hay nada que me avergüence de decirlo en voz alta… A pesar de que por allí, más de uno me haya dicho “mujer que se respeta, nunca dice su verdadera edad”. 
¿Por qué ocultar una edad que, aunque la diga, nadie me la cree?

Voy a cumplir los años que voy a cumplir, sin miedos, sin angustias, sin apuros. No tengo esposo ni hijos, tampoco carro, casa o lujos, pero logré acomodarme perfectamente en un país extraño por mi cuenta, soy independiente, hago lo que me gusta y tengo un trabajo que jamás me presenta el mismo reto dos días seguidos. Estoy acompañada por un hombre que sabe lo que quiere y coincide conmigo en los planes futuros, pero vivimos sin ningún apuro, sin presiones.

Nunca aspiré tener una vida convencional, pero sí quise tener una vida construida por mis propios sueños, deseos e ideas, que podría no parecerse a esa que nos venden en la tv y nos inculcan en casa, pero que tiene todos los elementos para ser la vida perfecta para mí.

Tengo todo lo que necesito para cumplir 30 años y celebrarlo, para estar orgullosa de mi pasado e ilusionada con mi futuro pero, sobre todo, para disfrutar el presente, el aquí y el ahora, 
mi mejor regalo de cumpleaños!!!

martes, abril 05, 2011

Teoría de Parejas I

Creo que nunca había tenido que preguntarme si es necesario negociar qué lado de la cama pertenece a quién, hasta ayer, cuando mi novio me aviso que compró "nuestra" cama.

Lo gracioso es que desde que tengo memoria, me he apoderado de camas grandes y chicas, muy a pesar de mi estatura, sin respeto alguno por las preferencias de otro (que ha sido en la mayoría de los casos mi mami, porque sí, me encantaba dormir con mi mami)

Anoche, cuando hablaba con él por teléfono, mientras cerraba el negocio y cuadraba la entrega de la cama, recordaba que hace varios años compré un magnífico y algo exagerado juego de cuarto para "cuando me case". Nunca ocurrió, pero disfruté de esa enorme cama cada noche, sola, gigante, durmiendo cabeza arriba, cabeza abajo, diagonal, con las piernas colgando... En cualquier posición que pudiera, total, era MI cama y podía hacer lo que quería.

De verdad estoy preocupada: ¿preferirá el lado izquierdo o el derecho? ¿es de los que tienden la sábana tipo hotel o más bien lanza el cobertor encima y ya? ¿usa todas las almohadas? ¿me dejará comer en la cama? ¿pintarme las uñas en la cama? ¡¿saltar en la cama?!

Será hasta mañana en la noche que tenga oportunidad de aclarar algunas de estas dudas (lo de saltar en la cama lo intentaré cuando la relación esté un poco más avanzada) pero por ahora me ilusiona la idea de que él haya comprado el tipo de colchón que a mí me gusta, el tipo de almohada que prefiero y se haya ido a dormir pensando que hay una mitad de esa cama que es mía...

jueves, marzo 17, 2011

Descubriendo (a diario) a Argentina...

Desde que llegué a Argentina, mi vida es una constante sorpresa, es descubrir diariamente algo que me maravilla, me asombra, me engorda o me asusta. 

Después de las medialunas, la cerveza Stella Artois y el Submarino, mi vida nunca será la misma!!!

Y, a pesar de que ya me he familiarizado con la ladilla de meter micromonedas en un aparato para usar el colectivo, con los botoncitos que indican la parada en vez del sonoro "por la parada, señor" y con las paradas señalizadas, que quedan convenientemente lejos de la esquina a la que te diriges, todavía me abruma la amabilidad permanente de los choferes, los asientos limpios, sin textos románticos/vulgares en los espaldares, el silencio del viaje sin reproductor y los amplios espacios para ir de pie (que siempre están llenos pero son menos incómodos, pues)

En el automercado, la situación no es diferente... Empieza con la sensación de alegría que me invade al ver todos los anaqueles llenos, aumenta con la posibilidad de elegir entre numerosas marcas (que ya por descarte he ido clasificando como buenas, malas e incomibles) y me supera cuando llego al área de los cereales o las frutas. ¡Hay tanto, de tantos colores, que elegir una o dos resulta imposible!

A la hora de almorzar, siempre roto las milanesas de pollo o carne, las pizzas, las pastas y el sushi y, aunque me afecta la falta de tajadas en el menú, no me quejo tanto. Se que no es la comida más sana, pero desafortunadamente, los argentinos son bastante básicos a la hora de comer, sobre todo si esa hora dura sólo una hora =/

Aprendí a cocinar, así que de vez en cuando me inspiro con un pollo al verdeo, o al vino, unas arepas para no perderme y las panquecas para sentirme cerca de casa... Hay sabores que te remiten a ese lugar feliz llamado "hogar", como la sopa de pollo que me atreví a preparar, imitando los movimientos que mi abuelita hacía una y otra vez en la cocina. De memoria me salió una sopa que conquistó hasta a un exigente estómago argentino.

El clima, debo decir, ha sido el mayor de mis desafíos: "La temperatura en Buenos Aires 13 grados, hoy con mínima de 9 y máxima de 24". Si alguien me explica cómo hace uno para vestirse con esos pronósticos, se lo agradezco. Lo mejor es que, si pronostican lluvia, el 90% de las veces llueve, así que respeto el segmento del tiempo y tomo en cuenta sus sugerencias... Aunque tenga que ponerme un bikini con abrigo encima!!!

Finalmente, lidiar con mi propia identidad es la batalla que libro a diario. En la oficina me han colocado de usuario mi segundo nombre "Lucía", así que ahora soy Lucía para todos, a pesar de mis enormes esfuerzos por mantener el Diana vigente, en la firma de mi email y en los comentarios del software con el que trabajo. 

Si Mickey dice que me llamo Lucía, 
quién soy yo para contradecirlo?

Así, vivo cada día sin demasiadas expectativas, pero preparada para una nueva sorpresa... Igual no son muchas mujeres las que puedan decir que las ha piropeado el maquinista de un tren en movimiento!!!!!

lunes, enero 24, 2011

Cantando Thank U de Alanis...

No tengo intención de desnudarme, ni de meterle a los agudos de Alanis, pero en mi interior, suena una y otra vez esa canción... Por qué tan agradecida? Se preguntarán, les contestaré con una sonrisa gigante: Por TODO!!!

Mañana comienzo una nueva vida, esa que quería desde que descubrí a Argentina en el mapa, a los 9 años, la misma que nunca me atreví a desear en voz alta, por temor a que los cocodrilos-come-sueños me arruinaran la ilusión. Mañana diré " Sí se puede!!!"

Pero no es sólo eso, mi agradecimiento se ha manifestado desde hace por lo menos 2 semanas, cuando Dios en su infinita misericordia, me mostró su rostro en reiteradas ocasiones, como recordándome que Él siempre está allí, cerquita.

Desde encontrar dónde vivir, de gratis, por un mes, hasta obtener mi residencia en tiempo récord, pasando por tener arepas, tajadas y Smirnoff Ice en mi mesa de Navidad y el novio argentino que me encontró, me eligió y decidió encargarse de mí en los tiempos desesperados. Todo esto me trajo un mensaje recurrente de Dios: No estás sola, no te faltará nada.

Ahora, mientras escojo la ropa para ir a firmar mi contrato laboral y recojo todo para mudarme a mi nuevo hogar, pienso en los malos momentos y me río, porque sabía dentro de mí que nada malo podía durar tanto... Y así, cierro un nuevo capítulo de mi vida... Para empezar una nueva temporada, con nuevos protagonistas y escenarios, pasado mañana.

viernes, enero 07, 2011

Una precaria historia...

Hace unos días, escribía llena de odio por los trámites burocráticos que me alejaban del sueño que casi, casi parecía cumplido: Vivir y trabajar en Argentina.

Desde ese día, hasta hoy, la vida me ayudó poniendo cerca de mi a gente con ganas de ayudarme, con modos de hacerlo. Pero fue mi hermano el que, con ingenio, manipulación y grandes dosis de fe, lo logró!

Gracias a Facebook, y después de haber molestado a diputadas, ministros y asesores de la presidencia del país del sur, finalmente contactó al hombre con el poder de decidir si me quedaba o me iba: el Director Nacional de Migraciones, Dr. Martín Arias Duval.

En un día, este señor se enteró, se interesó y revisó mi caso, me llamó a una reunión para verificar que todo fuera cierto y me ayudó a conseguir la residencia Precaria, esa que colmó mis pesadillas hasta generarme un ataque de ansiedad!

Ahora, escribo sosteniendo este papelito famoso en mi mano derecha y con una sonrisa gigantesca...

Agradeciendo a Roberto Maldonado y a la Intendencia de Luján, que intentaron llegar por un lado; a la Diputada Silvia Majdalani y su asistente Marta, que atacaron otro flanco, al Dr. Aníbal Fernández y a Sonia, su asistente, que tomaron otro frente y, finalmente, al Dr. Arias Duval y a Mariano, su asistente, quién me acompañó a entregar los recaudos y se aseguró de que me atendieran rápido y bien.

Estoy feliz y dispuesta a retribuirle a este país su eficiencia y amabilidad con trabajo, productividad y una palabra siempre positiva para describir tanto a Argentina como a su gente.

Ah! Y gracias a Dios, porque sin su ayuda y la de San Rafael, me habría devuelto a Venezuela hace 2 semanas!!!!!!!